Si
Gatica es un apellido célebre en el mundo gracias al éxito universal de los
boleros de
Lucho
Gatica, hay en la historia un hermano mayor que hizo triunfar primero el nombre
de la casa: ése es Arturo. Cantante y actor, Arturo Gatica es modelo del artita
del disco, la radio y el cine sagrado en los año 40 en Chile, y afianzó su
popularidad en todos esos frentes como intérprete de tonadas, tangos, valses
boleros, competente por igual en la música típica chilena y en el cancionero
latinoamericano. Más de medio siglo de carrera le permitió iniciar sus
grabaciones en la era del acetato y extender hasta los años 80 y 90 su
discografía, marcada por éxitos como las tonadas “Yo vendo unos ojos negros”,
“Mata de arrayán florido”, “Ende que te vi” y “Fiesta linda”, canciones como
“Tendrás un altar” y su popular versión de “La calesita”, tango de Cátulo
Castillo y Mariano Mores.
Gatica el mayor: en la radio y el cine
La
ciudad de Rancagua es la cuna de la familia. Nacido allí el 8 de julio de 1921,
Arturo fue el quinto entre los ocho hijos del matrimonio entre José Agustín
Gatica y Juana Silva. Cumplió sus estudios preparatorios y secundarios en la
Escuela Número 1 y en el Liceo de Hombres de la ciudad, mientras ya demostraba
sus aptitudes musicales en fiestas de estudiantes. Todavía estaba en el liceo
cuando en 1936 debutó en la Radio Rancagua, en una actuación que le hizo ganar
su primer contrato mensual y le valió la atención del empresario Romilio Romo,
quien lo hizo debutar en la capital como parte de la compañía de revistas de
Enrique Venturiano en el Teatro Balmaceda. En 1938, a los diecisiete
años, Arturo Gatica ya estaba en la escalada al primer plano. Venturino lo
bautizó como el “Bobbi Breen chileno”, en alusión al cantante y canadiense infantil
en boga en los años 30. El consagrado Dúo Rey-Silva lo recomendó para grabar
con el sello RCA Victor. Su debut disquero fue el vals “La despedida” (1938) y
al año siguiente el nuevo cantante empezó a grabar también con Odeon. El propio
Romilio Romo lo llevó a su programa “La hora en broma” de Radio Yungay. Y si en
1942 Arturo Gatica se empleo como secretario taquígrafo en la compañía minera
Braden Copper de Rancagua, no por eso descuidó la música y al mismo tiempo
comenzó a tomar clases de canto con el profesor francisco Fuentes Pumario.
Un
nuevo paso daría en 1945, cuando el locutor radial Raúl Matas telegrafió al
joven cantante para invitarlo al elenco del programa “Las estrellas se reúnen”,
de radio Corporación. La radio iba a ser el medio natural para Gatica, quien a
partir de entonces actuó en las emisoras Agricultura, Cooperativa, donde fue
contratado por Renato Deformes, Minería y Portales. El mismo Raúl Matas iba a
posibilitar además el primer contrato internacional del cantante, que en abril
de 1948 viajó a Argentina para debutar en radio El Mundo de Buenos Aires y para
actuar también en Uruguay.
La
siguiente herramienta iba a ser el cine. Del mismo año Data su célebre trilogía
de películas filmadas bajo la dirección de José Bohr: Mis espuelas de plata
(1948), La cadena infinita (1949) y Uno que ha sido marino (1950),
protagonizada por Eugenio Retes, Hilda Sour y Arturo Gatica. En ellas, aparte
de debutar como galán de cine, el cantante
afianzó su oficio musical. En la primera interpreta la tonada “Mis
espuelas de plata” y los boleros “Mañana” y “Mal pago”, de Fernando Lecaros, y
ocho canciones de su autoría a dúo con Hilda Sour figuran en Uno que ha sido
marino, película en la que los protagonistas encarnan a dos lustrabotas de la
Vega y a una suplementera con aires de grandeza.
La incursión de Gatica en el bolero consta
además en “Frente a Frente” (1948), de José Goles y Carlos Ulloa. Y él fue
también el primer aval del éxito de Lucho Gatica, quien se había cambiado a
vivir en Santiago con su hermano mayor. En 1950 Arturo recomendó a Lucho a Raúl
Matas, quien presentó al joven intérprete en radio Minería: fue la primera
actuación del futuro astro en la capital.
En ese
mismo año ambos hermanos grabaron cuatro canciones a dúo con etiqueta Odeón,
que luego sería el sello del catálogo más dorado de Lucho Gatica: “El
martirio”, Tú que vas vendiendo flores”, “La partida” y “Tilín tolón”. Y
también en 1950, cuando los premios Caupolicán fuero instaurados por la
Asociación de Cronistas de Cine, Teatro y Radio, Arturo Gatica fue el primero
en ganar en la categoría de mejor cantante nacional masculino. En poco más de
una década de giras, películas y actuaciones en radio, Gatica tenía celebridad
a manos llenas para compartir.
Uno que ha sido viajero: giras y regresos
Tras
actuar juntos en Uno que ha sido marino (1950), Arturo Gatica e Hilda Sour,
también actriz y cantante, se casaron al año siguiente y formaron el trío Los
Chilenos con el pianista Jorge Astudillo.
La
nueva década trajo además las primeras giras a gran escala de la historia del
cantante. En 1951 actuó en Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela Costa Rica,
Salvador, Guatemala, Cuba y México. Y en 1953 Los Chilenos llegaron aún más
lejos, con el auspicio del Instituto de Extensión Musical de la Universidad de
Chile para una gira de seis años por Europa y países de Asia y África como
Egipto, El Líbano, Siria, Jordania, Irak e Irán.
En los
años 60 los viajes serían frecuentes en la carrera de Arturo Gatica. En
diciembre de 1959 volvió a Chile, ocasión en la que fue declarado Hijo Ilustre
de Rancagua, pero en 1960 y 1964 salió
de nuevo en gira a Europa, donde grabó dos discos titulados El rodeo y Fiesta
linda para el sello Philips en Holanda; luego hizo lo propio con disqueras como
Montilla y Tempo en Nueva York y Madrid. Entre 1966 y 1967 se instaló en Buenos
Aires, en 1968 cantó en San Francisco Los Angeles (California) para la colonia
chilena residente y en 1969 actuó en un Primer Festival Latino de la Canción
celebrado en México.
En
diciembre de 1967 Arturo Gatica volvió a vivir en Chile. Se casó en 1969 con
Edith Martínez, en 1970 dio un concierto en el Teatro Municipal de Santiago con
el coro infantil Niño y Patria, y en 1971 anunció su retiro con una despedida
en vivo en el Estadio de Chile. Tras eso abrió un restaurante en Viña del Mar,
pero pronto volvió a cantar. Sus LPs de
la época muestran un repertorio actualizado: en Arturo Gatica (1968) hace un
guiño a su historia al grabar “La calesita" y “Tendrás un altar”, pero
también canta el éxito de Raphael “Desde aquel día y hits de Bert Kaempfert y Henri Manzini. Y en El amar y el
querer (1977) reúne canciones de cantantes radio como Jairo o José Vélez
grabadas en EE.UU. con su célebre sobrino Humberto Gatica como productor.
Arturo
Gatica ya había incursionado en la televisión con el programa “En casa de los
Gatica” (1968) en Canal 13, y su regreso al cine estaba pensado en las
películas Ayúdeme usted, compadre (1969) y Volver (1969), de Germán Becker,
cuando entre 1974 y 1979 fue parte del programa “Canturreando”, de canal 13,
con Benjamín Mackenna, Paz Undurraga y otros cantantes. En enero de 1979 fue
designado como agregado cultural en la embajada en España por la dictadura de
Augusto Pinochet, y desempeñó el cargo hasta enero de 1981, cuando volvió a
Santiago por razones familiares. En adelante aumentarían los reconocimientos a
su carrera, y Arturo Gatica se presentó en espacios de TV como “Musicalmente”
(1985), con Raúl Matas en Canal 11, con motivo de sus cincuenta años de
carrera, y “Cantachile” (1986), con Antonio Vodanovic y Carmen Ibáñez en TVN,
donde actuó con colegas como María Eugenia de Ramón y Pedro Messone.
La
competencia folclórica del festival de viña fue uno de sus escenarios más
poseeros. En 1988 cantó allí la canción “El suplemento”, de Fernando Pavez y
Roberto Rojas, ocasión más recordada porque el intérprete abandonó airado el
certamen en protesta por la clasificación de la guaracha de El Monteaguilino
“Caballito de metal”, a la que Gatica negaba el carácter de folclórica. También
la televisión fue escenario de una coincidencia con su hermano, cuando en
septiembre de 1992 Lucho Gatica vino a participar de una edición del programa de TVN “Siempre
lunes” dedicada al bolero junto a Olga Guillot, Armando Manzanero, Antonio
Prieto, Sonia la Única y Pamenia Pizarro.
Días
después de esa actuación, el estado de salud del hermano mayor vino a dar una
señal de alerta, tras una hemorragia estomacal que obligó a internarlo, tal
como había ocurrido en 1990. Hasta ese año Aturo Gatica había seguido grabando,
entre sus últimos trabajos figura la cassette De corazón huaso y minero (1990)
y para entonces ya se había casado con la soprano chillaneja Rebeca Diva: con
ella grabó el que sería su último registro discográfico, como invitado en el
álbum Somos (1992) de la cantante. En
adelante su agenda iba a ser ocupada sobre todo por premios y galvanos
como el reconocimiento que Arturo y Lucho Gatica recibieron en 1995 de la
gobernación de la Provincia de Cachapoal. Al año siguiente ambos se verían por
última vez. A las seis y media de la mañana del jueves 3 de octubre de 1996, en
su casa en Santiago, Arturo Gatica murió de un cáncer hepático, a los 76 años.
El
Gatica pionero tuvo un funeral multitudinario en la catedral de su Rancagua natal,
con canciones religiosas interpretadas por una delegación del coro de Vicente
Bianchi. El cantante había estipulado como última voluntad ser sepultado en el
mausoleo familiar del Cementerio número 2 de la ciudad, donde inició su
descanso final al son de la tonada “Huaso rancaguino” que él mismo había
grabado. Hijo de la escuela y del liceo público, amante de la estampa huasa e
intérprete de tonadas chilenas en los sitios más remotos, el cantante se
despidió con una canción chilena. Su hermano sería El Gran Gatica para el
mundo; en Chile, Arturo es el Gatica mayor.
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